El tema del aborto es un
tema controvertido, siempre lo ha sido porque involucra vidas, tanto
presentes (la de la madre y su entorno) como futuras (la del
“nasciturus”). El anteproyecto de reforma de la ley que lo
regula, aprobado por el gobierno el pasado 20 de diciembre, penaliza
todos los supuestos en que la mujer decide abortar, excepto dos: en
caso de violación y cuando haya grave peligro físico o psíquico
para la madre. Así pues en el caso de malformación en el feto no
está permitido el aborto, a no ser que la madre pueda sufrir también
grave riesgo psicológico como consecuencia de tener un bebé con una
malformación tan grave que sea incompatible con la vida. Alucinante.
Desde mi punto de vista estaría mucho más justificado el aborto en
caso de malformación que en el de una violación, ya que en este
último, aunque sea un embarazo no deseado, el resultado podría ser
un bebé perfectamente sano.
Pero ésta es sólo mi
forma de ver las cosas. Por esto, porque es mi visión particular
jamás se me ocurriría imponer mi criterio a nadie, que es lo que,
en definitiva, está haciendo el gobierno de España. Educados la
mayoria en la ideología católica más ultraconservadora quieren
imponer sus ideas y creencias a toda la ciudadanía porque se creen
en posesión de la verdad. Cuando un islamista se estrella cargado de
bombas contra un edificio todos nos llevamos las manos a la cabeza y
no tardamos en soltar la frase “están locos, son unos radicales
cegados por su religión”. Y así es. En nombre de Dios se cometen
barbaridades y siempre acaban sufriendo inocentes. El ministro
Gallardón está actuando igual, es un católico radical. Nada más
peligroso en una persona que, además, ostenta un cargo de poder
desde el cual puede imponer su verdad, a golpe de legislación, sin
consensuar con nadie, salvo con sus compañeros y cómplices de
partido. Como se cree en posesión de la verdad también se cree en
su derecho de imponerla a todos los ciudadanos, a los que opinan como
él y a los que seguramente considerará “equivocados”.
Sr.
Gallardón, aquí no hay
posiciones correctas ni
equivocadas, aquí hay distintas formas de ver las cosas. La opinión
de cada ser humano arraiga en la educación que ha recibido, en sus
vivencias particulares y en su entorno familiar y social. Y no porque
mi educación, mis vivencias y mi entorno hayan construido en mí
una opinión diferente es por eso menos válida, menos cívica o
menos moral que la suya. La conciencia y el cuerpo son
lo más íntimo de una persona. ¿Quién se cree Ud. que es para
irrumpir así, con esa prepotencia, en lo más sagrado
del
individuo?
Por otra parte, con esta
ley, ¿de verdad cree
estar protegiendo al bebé? En mi opinión lo que hace al penalizar
algunos supuestos de
aborto es permitir que
un ser sufra en
el futuro, así como su
entorno más cercano. Pero
tanto la suya como la mía Sr.
Gallardón no son sino
opiniones, todas muy válidasaunque
ninguna con derecho a
imponerse sobre las de los demás. Por
otro lado,
con
los recortes en sanidad que a
su gobierno tanto le gusta practicar
¿qué futuro les depara a esos seres si no nacen en el seno de una
familia acomodada como la suya? ¿se va a encargar el Estado de
sufragar sus necesidades?
A la vista de cómo se conducen Uds. con
las políticas de protección social la
respuesta es “no”.
Así pues, deje
esa falsa actitud paternalista y permita
a los ciudadanos que
decidan por sí mismos
porque:
primero,
cada caso
real es diferente,
segundo,
estamos en nuestro derecho
de tomar decisiones según nuestra propia conciencia, y
tercero,
porque si aún no se ha
enterado Ud. y su partido,
España es un estado
aconfesional, donde lo religioso ha de estar separado de lo político
y circunscribirse al ámbito de lo personal.
Lea más e infórmese.
ResponderEliminarHola Sr. Navarro, entiendo por su comentario que no está de acuerdo con mi opinión, evidentemente lo respeto. En cuanto a lo de leer, créame, leo mucho, muchísimo, lo que estoy convencida de que mis lecturas no serán las mismas que las suyas. Un saludo y gracias por comentar.
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